Hoy madrecita mía, me hace recordar el día,
De aquella madrugada fría que de mi lado marchaste;
No te culpo, no querías, pues son cosas de la vida,
Y abrazándome a tu pecho, yo vi, como te morías.
Fui tu amor, fui tu vida, igual Tú eras todo para mi,
Pero nunca comprendí, el por qué, tan temprano te me ibas;
A Dios mismo he preguntado, Porque te llevaste a mi madre?,
No es cosa de cuestionarle, es la falta que me hiciste.
Pero me queda el consuelo de saber que me pariste,
Y que fui de ti el orgullo, hasta el día que te fuiste;
Pero vieja, te recuerdo, todas las horas del día,
Y se bien que desde el cielo, siempre, siempre, me bendices.
Ten a mi madre Señor, lo más cerca de tu trono,
Y dámele un abrazo, si vez que lloran sus ojos;
Sé que lo hace por mí, para ella lo fui todo,
Y dile que no me extrañe, que nos veremos muy pronto.
Pero madre te diré, que está bien que me recuerdes,
Pero no sufras por mí, que acá yo no estoy solo;
Conseguí una buena esposa, que me regaló tres hijos,
Y de ellos tengo ocho nietos, y hasta bisabuelo he sido.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita