Afelío

Vate, tal vez escribano.

Tengo cien mil y un hojas regadas por el suelo, falsa tinta destinada al desconsuelo, láminas blancas ultrajadas y en inmediato abandono, unas cuantas más en el cajon de lo olvidado y sabrá Dios cuantos escritos a dicción no he redactado en vano, cuantos téxtos en oprobio, mil palabras en silencio, letras y comas sucumbiendo al cansancio, puntos lentos contingentes del mal presagio, tengo tiempo para planear lo que no haré hoy, un elogio a lo que intento ser y lo que en verdad soy, soy un defectuoso con poca virtud, desazón del limon en el tour de un nuevo porvenir, error en el préambulo de no desistir, nadir en lo pobre a existir y brindar devenir a quien despues vaya brindar por herirte y dejar el coloquial tumulto de huesos de lado, un amanecer crudo en invierno alterado por cambios al hado desnudo en el cuento cual lapso es el nuncio entregando el libelo que a sudor helado implanta el desprecio del lánguido incendio en vereda a mi estado de regalo.