Ebanista y tornero, poeta de madera;
oficio, por tus hábiles manos, elegido...
buscas arte en espíritu y alma tesonera
y arrebatas del gran Dios ese talento, ungido.
Para arrancarle la poesía a un burdo leño,
dibujas mil historias en sus mágicas vetas;
tu sudor y la imaginación en el empeño
será silla para reposar, en horas quietas.
De los bosques... los abetos, alisos y almendros,
ya se transforman en alacenas de delicias;
armarios y baúles, para buenos recuerdos,
guardan el aroma del ciprés, como caricias.
Y en la alcoba nupcial, el ébano y su finura
ardor y amor, urgen cama, y muy, muy resistente;
sándalo, caoba, amaranto... ¡qué preciosura!
roble, olivo y nogal, durable y conveniente.
Jesús el Carpintero, herramientas ha prestado
cuchillas de alisar, piedra pómez, esmeril...
tornero, tallista... geometría has logrado,
pieza puede culminarse, a la lumbre de un candil.
Ebanista amigo, ¿ves poema en linda arista?
chapea, barniza; tiñe más, también embute;
juega, sé un poco loco... quizás, algo alquimista,
vetas, color y lobanillos... simple disfrute.