Tu amor sabe a puertos abandonados,
en la lejanía del horizonte.
Donde la dama y el pañuelo
se despiden en silencio.
Un árbol inclinado tras la tormenta,
que ejerce sus últimos días en soledad.
Hojas secas pulverizadas,
en brisas suaves, que simulan ensueño.
Tu amor es la bendita maldición
que aparece como estigma en mi piel.
Es el cordel que rodea las memorias
de aquel hombre, hoy anciano.