En los innumerables senderos
muy asoleados a la aurora,
ésos maravillosos tiempos
de eternas primaveras
e interminables veranos
lo más pequeño, un detalle,
definía todo nuestro hado...
Respirábamos libertad, osadía
en los andares al ocaso
no había batallas perdidas
ni palabra tal llamada “porfía”...
Y, las miradas claras
impregnadas de diáfana
voluntad de amar, emergían,
originadas en órganos externos
más que en la misma alma y suspirar...
Fácil era el corazón
entregar, sin póliza de vida
o siquiera algún boleto de
vuelta a la estación “realidad”...
Otoños en inviernos sus dolores
en nieve y hojarasca nos dieron,
Los años nombraron noveles encuentros
la piel, cuerpo y quimeras
su vehemencia iban abreviando
en sus níveas nubes de realidad
construída..
Con mi amor coincidí, difícil
e inverosímil posibilidad
de encuentro, y ya ves...
así fue...
Volátiles los lustros avanzaron,
nuestros caminos en hado
se reencontraron, y la chispa
aún en tus luceros ardía
alumbrando el lugar que nunca abandonaste...
nuestro amor... y todo lo pasado...
como en máquina de tiempo estancado...
La vida jugó sus partidas,
y en tu obstinada mudez ,
inmovilidad y desidia,
las piezas de ajedrez estáticas yacían..
La historia sucedió en el libreto
de folios vacuos en tu regazo...
Hondo aspira y con bien abiertas
pupilas mira... hasta el oxígeno
ha mutado en consistencia y color
y para ello hay una válida razón...
Cambio es parte de la vida,
es evolución al depositar tu energía
no en luchar por conservar lo añejo,
pero en concentrarse en construir
tu nueva realidad fluída,
con lo que eres y posees
y sentido da a tu travesía...
Vira la vía al respirar veraz,
esa que el fondo de tu esencia definirá
y moverte a crear te permitirá...
Copyright© 2014 Rocío Vega-Ponce