Tengo la impresión,
ingrata y clavada,
de estar sumergido
dentro del pasado,
¿Qué es si no,
este reflexionar callado
que continuamente
me devuelve a la nada?
O quizás,
muy sorprendido me detengo,
cuando estoy absorto,
al sentirte ausente
del umbral prolífico
de mi presente,
sufriendo por saber
que no te tengo…
Extraño:
tus caricias que me encienden,
tu dulce mirada,
reverbera tu ausencia…
¿Dónde estás?
¡No siento tu presencia!
Para calmar mis ansias
que no entienden.
Las horas que conmueven
mi triste alma
se llenan con razones,
me asombra
que, por buscar los lindes
de tu sombra,
nunca pueda encontrar
la dulce calma.
El resplandor de una lágrima
que asoma en la mejilla,
palidece al destello
de la duda sombría,
recrudeciendo
el engaño de la lejanía
que me oculta
tus ojos de paloma.
¿Para qué preguntar
al viento frío
dónde puedo encontrar
tu ardiente mirada?
Si presiento
que nunca ocurrirá nada
que alivie
este punzante desvarío…
José Bernardo Romero Núñez
BERNA