Me ha dolido el cuerpo de pronto,
así de repente,
como llegan las sorpresas.
Me duele la cabeza al recordarte,
sabiendo que por siempre
viviremos separados.
Me duelen los labios
porque añoro tus besos,
me duelen los ojos
por no poder mirarte,
me duelen los brazos
que extrañan tu cintura,
como te acurrucabas en ellos…
Me duele mucho el pecho,
mi corazón se agita,
porque ya no siente
lo tibio de tus senos.
Me duelen las manos
porque ya no pueden deslizarse
sobre tu piel de armiño,
me duelen las entrañas
por tanto deseo reprimido…
pero lo que más me duele,
es tu ausencia y tu olvido.
Llevo el dolor desbocado,
no se nota
porque aprieto los labios
para no gritar tu nombre,
mis ojos esconden
lágrimas de silencio,
por tu ausencia que me hiere
a cada instante,
porque en el pecho
siento fuego sangrante.
Mi corazón hinchado
quiere romper su marco,
quiere estallar
como ardiente granada,
para alumbrar
la oscuridad de la noche,
así me encuentra el alba
en cada madrugada.
José Bernardo Romero Núñez
BERNA