Déjame contemplar la simetría de tu belleza,
aquel sistema caótico de orden natural,
y de tu metabolismo armónico, ecuación indescifrable,
permíteme oír la homología acústica de tu arquitectura musical.
Déjame ser tu afición como Einstein por su violín,
y deleitarme de tu flor venenosa, alucinógeno universal,
con tus propiedades enteógenas transpórtame a lo irreal,
generando en mi estados modificados de la conciencia.
Déjame llegar hasta tu centro de gravedad, fuerza sobrenatural,
profanando así toda limitación cortical que transgreda a tus límites,
y con el calor de nuestros cuerpos, equilibrio termodinámico,
perderme entres tus curvas, desafiando al espacio- tiempo.
Déjame estudiar tu filogenia de aquella explosión interestelar,
y ser de ti un distinguido amor obsesivo- compulsivo,
que altera su química cerebral, producto de tu esencia,
esa materia oscura, misterio persistente, mi realidad virtual.