Aquí no pasa nada,
Solo tu ausencia.
Niña febril, caricia nueva,
Está mi piel áspera,
Mis labios son tristeza.
Me canso de repetirte
Mis estados de ánimo,
Los azares que me golpean.
Hay residuos de días
Olvidados en mi almohada,
Trozos de noche y de desvelo,
Hay gritos, tormentas, angustias,
Olores a café y nicotina.
Se persiguen los recuerdos,
Y estoy yo, frustrado en mi soledad,
Y estas tú, enterrad en el silencio.
Te retrato aquí lo que no ves,
Lo que intentas ignorar
(Estando, absurdamente, lejana).
Pero que de cierta forma lo sabes:
Como los colores grises
De la venta sin tu silueta,
Tantas mañanas sin sol,
Tantas tardes sin ti,
Tantas cosas sin nada.
Fantasmas y demonios
Se cuelan por la hendija
De una puerta que siempre
Esta entreabierta, por supuesto,
Esperando tú regreso.
(Mi cama esta fría, con tantos inviernos)
Es egoísmo
Esto de escribir, solamente de ti,
Y es fatalidad
Que siempre mis versos te reclamen.
Aquí no pasa nada,
Solo el eco del silencio,
El holograma de todos los crepúsculos,
Tan perpetuamente idénticos.
A veces me quedo callado
Y totalmente inmóvil,
Sentado en medio de la sala,
En la oscuridad que nutre mis miedos.
Digo tu nombre para romper el aletargo,
Lo repito una y cien mil veces
Como para asegurarme
De que no respondes
Que no estas, no hay ruido.
(Canta el viento)
Aquí no pasa nada,
Todo se queda atorado
En una misma monotonía,
En repeticiones de soles
E imágenes descoloridas.
No hay sueños escondidos
En el amanecer,
Ni utopías, ni fantasías,
Y, claro está, muchos menos
Otro cuerpo.
Aquí no pasa nada,
Solo tu ausencia,
Que destruye y deja espectros.
Habrá que purgar el aire,
Tejer caricias,
Dormir un poco
Y desearte menos.