Croando la rana estaba
cantando con alegría,
un sapo que no entendía
confundido la miraba;
la rana siguió croando
ignorante del suceso,
el sapo que era travieso
la continuaba escuchando;
un grillo cerca se hallaba
sobre un arbusto del huerto,
le da al batracio concierto
el sabor que le faltaba.
Croando la rana estaba
sus canciones aquel día,
el sapo que la veía
también al grillo escuchaba.
La tarde recién caía
en las orillas del río;
en tanto al extraño trío
la oscuridad consumía.
Los lirios algo turbados
recogían sus encajes
cuidando los suaves trajes
de blancura engalanados.
Pasa a prisa la corriente
en busca de algún refugio
mas carente de artilugio
corre debajo del puente.
Los árboles relajados
apenas mueven sus ramas
vestidos con sus pijamas
bostezan ya de cansados.
La Luna que casi asoma
se viste tras nubecita
dejando ver su carita
radiante tras una loma.
En aquel paraje umbrío
de mil formas abundante
un peñón impresionante
espumas arranca al río;
que corriendo presuroso
entre piedras y peñones,
hala de hierbas y matones
sobre su cauce escabroso.
El manto del firmamento
comienza a colgarse estrellas
las que resplandecen bellas
en medio de aquel portento.
La noche por fin refresca
en esa orilla olvidada
que de sombras alfombrada
luce extraña y pintoresca,
la Luna ha bajado al río
queriendo beber sus aguas,
mas recoger sus enaguas
se le volvió un desafío;
la ranita que aún croaba
la miraba desde lejos
y con cánticos complejos
a mojarse la exhortaba;
mas la Luna vanidosa
desarreglo no quería
y por eso prefería
seguir siendo cautelosa:
sí de esa agua bebería
lo haría con cuidadito,
quizás en algún charquito
tomarla conseguiría.
Pero la rana insistía
entusiasta en su llamado
con afán desmesurado:
Mójate ya, le decía.
Tanta era la irreverencia
de aquella rana bendita
que ya estaba la Lunita
perdiendo hasta la paciencia;
el grillo ante estas instancias
prefirió tener cuidado
y quedándose callado
guardar serenas distancias;
el sapo más que asustado
con semejante irrespeto
tomó semblante discreto
y se hizo el disimulado.
El río muy orgulloso
por tan ilustre visita,
a beber en él la invita
muy galante y generoso;
la Luna maravillada
con trato tan apreciable
reluce con rostro amable
sonriendo reconfortada;
tan grandes son sus fulgores
que a toda sombra platina
pues su sonrisa divina
salpica con resplandores;
alegre aunque prevenida
cuidando de sus enaguas
bebe de las frescas aguas
mostrándose agradecida.
La ranita emocionada
cantando con gran ahínco
saltó a las aguas de un brinco
dejando a Luna empapada;
Lunita al verse mojada
dejose caer al río
y olvidando su atavío
sonreía relajada;
la ranita que nadaba
hasta el sitio se acercó
y en seguida comentó
lo mucho que la admiraba.
El grillo muy asombrado
aquella plática oía,
mientras que el sapo aplaudía
desenlace inesperado.
En la vida como en todo
tener un plan es muy bueno
mas, más vale estar sereno
y mantener gentil modo,
pues no faltan ocasiones
en que los cálculos fallen
o en que los deseos no hallen
totales satisfacciones.
Del ahogado el sombrero
y del tiempo es todo afán,
no cuenta a veces un plan,
ni tampoco ser primero.
Lo cierto es que lo bailado
en la vida repercute,
no dejes que nada inmute
la dicha que has alcanzado;
todo rincón del camino
tiene su propia belleza,
andarlo sin aspereza
nos lleva a feliz destino.