nelida anderson parini

LA NOCHE QUE LUNA BAJÓ AL RÍO.

Croando la rana estaba

cantando con alegría,

un sapo que no entendía

confundido la miraba;

 

la rana siguió croando

ignorante del suceso,

el sapo que era travieso

la continuaba escuchando;

 

un grillo cerca se hallaba

sobre un arbusto del huerto,

le da al batracio concierto

el sabor que le faltaba.

 

Croando la rana estaba

sus canciones aquel día,

el sapo que la veía

también al grillo escuchaba.

 

La tarde recién caía

en las orillas del río;

en tanto al extraño trío

la oscuridad consumía.

 

Los lirios algo turbados

recogían sus encajes

cuidando los suaves trajes

de blancura engalanados.

 

Pasa a prisa la corriente

en busca de algún refugio

mas carente de artilugio

corre debajo del puente.

 

Los árboles  relajados

apenas  mueven sus ramas

vestidos con sus pijamas

bostezan ya de cansados.

 

La Luna que casi asoma

se viste tras nubecita

dejando ver su carita

radiante tras una loma.

 

En aquel paraje umbrío

de mil formas abundante

un peñón impresionante

espumas arranca al río;

 

que corriendo presuroso

entre piedras y peñones,

hala de hierbas y matones

sobre su cauce escabroso.

 

El manto del firmamento

comienza a colgarse estrellas

las que resplandecen bellas

en medio de aquel portento.

 

La noche por fin refresca

en esa orilla olvidada

que de sombras alfombrada

luce extraña y pintoresca,

 

la Luna ha bajado al río

queriendo beber sus aguas,

mas recoger sus enaguas

se le volvió un desafío;

 

la ranita que aún croaba

la miraba desde lejos

y con cánticos complejos

a mojarse la exhortaba;

 

mas la Luna vanidosa

desarreglo no quería

y por eso prefería

seguir siendo cautelosa:

 

sí de esa agua bebería

lo haría con cuidadito,

quizás en algún charquito

tomarla conseguiría.

 

Pero la rana insistía

entusiasta en su llamado

con afán desmesurado:

Mójate ya, le decía.

 

Tanta era la irreverencia

de aquella rana bendita

que ya estaba  la Lunita

perdiendo hasta la paciencia;

 

el grillo ante estas instancias

prefirió tener cuidado

y quedándose callado

guardar serenas distancias;

 

el sapo más que asustado

con semejante irrespeto

tomó semblante discreto

y se hizo el disimulado.

 

El río muy  orgulloso

por tan ilustre visita,

a beber en él la invita

muy galante y generoso;

 

la Luna maravillada

con trato tan apreciable

reluce con rostro amable

sonriendo reconfortada;

 

tan grandes son sus fulgores

que a toda sombra platina

pues su sonrisa divina

salpica con resplandores;

 

alegre aunque prevenida

cuidando de sus enaguas

bebe de las frescas aguas

mostrándose agradecida.

 

La ranita emocionada

cantando con gran ahínco

saltó a las aguas de un brinco

dejando a Luna empapada;

 

Lunita al verse mojada

dejose caer al río

y olvidando  su atavío

sonreía relajada;

 

la ranita que nadaba

hasta el sitio se acercó

y en seguida comentó

lo mucho que la admiraba.

 

El grillo muy asombrado

aquella plática oía,

mientras que el sapo aplaudía

desenlace inesperado.

 

En la vida como en todo

tener un plan es muy bueno

mas, más vale estar sereno

y mantener gentil modo,

 

pues no faltan ocasiones

en que los cálculos fallen

o en que los deseos no hallen

totales satisfacciones.

 

Del ahogado el sombrero

y del tiempo es todo afán,

no cuenta a veces un plan,

ni tampoco ser primero.

 

Lo cierto es que lo bailado

en la vida repercute,

no dejes que nada inmute

la dicha que has alcanzado;

 

todo rincón del camino

tiene su propia belleza,

andarlo sin aspereza

nos lleva a feliz destino.