-Soy rentista lo reconozco abiertamente .Debe ser un premio de Dios, no puede ser otra cosa.
Conchita era completamente feliz. Su tío ,hermano mayor de su padre la adoraba .El generosamente se había hecho cargo de ella después del horroroso accidente que terminó con la vida de Alberto y Susana sus jóvenes padres.
Todos esos años con su tío los gozó de lo lindo, pues el se preocupaba de hacerle panoramas entretenidos, como ir al campo ,al mar y a la montaña.
Pero lo que a Conchita le gustaba más era su casa. Aunque el lugar se encontraba al frente de una carretera demasiado ruidosa y peligrosa su extensión más que compensaba esos ruidos molestos y peligros latentes..
Pero un día su tío que iba para soltero encontró una pareja. Con señora muy poco agradable.
Desde un principio la susodicha evidenció un interés particular por la propiedad de su tío. Y al poco tiempo lo convenció de que le dejara la propiedad en vida quedándose el con el usufructo hasta que muriera. Conchita tenía veinticinco años cuando mi tío Lucho murió. A pesar de su edad y su inocencia sabía que pronto tendría que buscarse otro lugar donde vivir.No tenía otra alternativa.
Tres días después de enterrar a su tío Lucho ,Mónica ,así es como se llamaba su madrastra ,le dijo a Conchita que debería acompañarla al abogado que había contratado para que le interpretara correctamente de acuerdo con la ley los derechos que habían sobre la propiedad. Pero su madrastra quedó muy sorprendida e impactada al oír de los labios del abogado que la propiedad no pensaba ser suya y que era precisamente su hijastra la dueña de todo el paño. Conchita se puso a llorar de emoción y de felicidad ,a ella le dejaban la propiedad que tanto amaba .Ella sentía que le había sido concedida por Dios para que pudiera construir sus sueños. En cambio de una estafa hablaba y reclamaba Mónica. De un milagro prefería decir Conchita.
Conchita tuvo dos hijos con el abogado que fueron bautizados como Pedro y Pablo. El abogado desgraciadamente vivió poco tiempo más después de nacer sus hijos y no alcanzó a disfrutar del valor de los terrenos que compró y loteo alrededor de Santa Teresa, nombre que definitivamente le había puesto Conchita a aquel lugar que había pasado los mejores momentos de su vida ,escogido en honor a la santa chilena del mismo nombre.
Su hijo Pedro a los treinta años y debido a una prematura invalidez de su madre se hizo cargo de todas las propiedades colindantes adquiridas por su padre.
A Pablo en contraposición le encantaba” su campo “como el decía y en a decir verdad lo adoraba y no obstante su incipiente retardo mental, expresaba su felicidad por Santa Teresa bañándose en la fuente de agua que era coronada con el busto de la santa fuente que señoreaba el frontis de la casa.
Pedro perdió todas las propiedades y convenció a su madre que le dejara Santa Teresa para que Pablo tuviera la seguridad que nunca le faltaría un techo bajo el cual poder dormir hasta su muerte. Tanto le insistió a Conchita que la terminó convenciendo de que era lo mejor que podía hacer por sus hijos y una mañana partieron los dos a una notaría para concretar el traspaso de la nuda propiedad. Pero Conchis a la vuelta de la notaría algo arrepentida de su decisión cuando vio a Pablito tan desvalido y cayó en cuenta que había cometido un gravísimo error. Su rabia fue tal que le entró un ataque de tos y luego le sobrevino un derrame cerebral y al cabo de dos días eternos de agonizar murió repitiendo una extraña oración
La junta de Metropolis , recabó antecedentes sobre este caso debido a que Pedro solicitó recluirlo gratuitamente en un hogar de niños especiales. Para demostrar que Pablo no tenía nada y era un pobre y tonto diablo Pedro les entregó la escritura en donde se verificaba que el era el único dueño universal de la ahora codiciada propiedad de su madre.
El caso estaba cerrado ante tantos ojos. La escritura decía claramente que el verdadero y único dueño era Pablo.
Pablo era algo retardado si ,pero no por eso no hacía sus conquistas. En sus visitas al orfanato donde intentaba recluirlo Pedro conoció a la chica de sus sueños. Una chica muda pero preciosa. Al verse imbuido de tanto poder con la propiedad que en ese momento ya valía millones de dolares , la junta de Metropolis le asignó un mayordomo que fue precisamente el padrino de la boda de Pablo con Libélula.
¿Quién podría explicarles a este par de tórtolos que si no tenían hijos deberían preocuparse en dejarle Santa Teresa a alguien?
Bruno el mayordomo tenía vocación de religioso y bajo ese prisma su labor tomaba un cariz de servicio. Cuarenta años de abnegada dedicación daban cuenta de la calidad de su trabajo. No tenía grandes ambiciones Bruno ,solo quería una cama y un cobijo para su cuerpo.
Libélula y Pablo murieron con dos meses de diferencia
La junta de Metropolis decidió rematar la propiedad y el dinero donarlo a las carmelitas descalzas. Pero esta vez también había un giro respecto de quien era el dueño de Santa Teresa . No eran en ningún caso de Pablo y Libelula .Era de nadie más ni nadie menos que de Bruno. Ahí estaba .Lo decían las escrituras.
Soy rentista como le estaba diciendo. Yo creo que nunca fui un santo. Y solo falsifiqué una vez una escritura.