Cuando conservas la ilusión
y late con fuerza el corazón,
alma y mente forman un puente
con el pasado y el presente.
A veces las cosas más triviales
son las que adquieren mayor resplandor
alumbrando momentos especiales
que se llevan prendidos en el corazón.
Bellos hechos que marcaron
una época de mi tierna vida
y ahora me regalan sin condición
todo aquello que amo con pasión.
Recordando la niña que ayer fui
hoy se me representan como lo mejor,
aquellas mascotas junto a las que conviví
y que fueron fuente de ternura y de ilusión.
Perla se llamaba mi primera perra
bella y esbelta, cruce de podenca,
de pelo negro y fino como la seda,
siendo ella tan vivaz y flamenca
que nos dejó sin cena una Nochevieja.
Después llegó Scotty
un perro de color blanco y canela,
fiel compañero de mi hermano y mío
siendo además nuestra alegría y pena,
pues un día cruzando por la vía
lo atropelló el tranvía.
Perla y Scotty en la infancia,
después Yaky Uno y Yaky Dos,
mis dos perritas adoradas
que jamás podre olvidarlas.
Yaky Uno fue de mi marido la alegría,
la esperanza de cada día y la ilusión,
Yaky Dos mi mejor compañía
compartiendo la misma pena
de su ausencia y mi dolor.
Y hoy en la soledad de mis días
me acompañan tres bellos felinos
que junto a la pintura y los poemas
me hacen ver las cosas de otra manera.
Contemplarlos al despertar cada día
esperando tras la puerta mi compañía
y manchar el blanco lienzo de colores
de los que presumen los ruiseñores.
Y enlazando recuerdos de ayer y de hoy
se construyen retazos de una vida,
trocitos de los mejores momentos
escritos en una humilde poesía.
Fina