Al verte eras la reencarnación de Afrodita,
Pero al escucharte eres igual que Ña-Catita.
Tu sonrisa encantaba
Pero tu actitud espantaba.
Todos sentían odio y atracción al verla;
La atracción era la capa que cubría el centro del odio.
Yo solía decir: ¡Que hermosa eres!
Pero al conocerte ahora yo digo: ¡Que hermosa eras!