¡Ay, palabras malditas!
que la brisa no arranca del alma.
Si se pudieran borrar
o enjuagarse con una lágrima.
Van carcomiendo la fe
y matando las esperanzas.
Pero lo mas triste de todo ...
se incuban y después se propagan.
Filtrándose como veneno
y corrompiendo a otras almas.
Mientras deseo enmudecer
para que mi boca deje de ser daga.
Arely