Te estás acercando, lentamente, y me traspasas el subconsciente. Te haces morada allí y te quedas eternamente. Sueño contigo y, desde entonces, ya todo es diferente.
Se hace perfecto mi descuido porque tropecé en tu suelo y verte ha sido lo más lindo que hasta hoy he vivido.
Me aruñaste la alegría pero no sangró dolor; de la herida brotó este dulce sabor que se vertió en mis labios, cuando al oír tu voz pronuncié tu nombre a continuación: ¡Amor!
No es querer perderme, es que ya me he perdido. En mis sueños te tengo, y en las conversaciones que siembro contigo entre palabras me extravío.
Y crezco. Y me hago alcanzable para ti. Qué mágico sueño que ayer viví, saber que me miraste y te vi y no hizo falta la razón, solo esta vertiente ilusión que me llega al alma.