SOLA
Otro día más de nostalgias, la tarde fría y nublada acrecentaba mi soledad, me sentía perdida entre la nada y solo me deleitaba soboreando
lentamente los tragos amargos de mi sufrimiento.
Asomada tímidamente por el dintel de mi ventana, observaba el horizonte, ese horizonte lejano que cada tarde de cada día soleado, abre sus brazos
para acunar sus rayos y dormirlos en su regazo.
Todo era quietud, y un mudo silencio aturdía a mis oidos, una ráfaga de aire sopló trayendo hasta mi rostro una tenue brisa, brisa que al mojarme se
confundió con las lágrimas que en ese momento comenzaron a rodar por
mis mejillas al darme cuenta que mi vida ya no tiene sentido porque está
vacía.
De pronto una rara sensación sacudió todo mi ser, y en mi obcecada mente se agolparon mil deseos y creí sentir en mi mano el roce de unos dedos,
sentí junto a mi una presencia extraña y hasta mis oidos llegaron los
susurros de una voz que me decía, ya no debes temer, todo está bién, ya no debes sentirte tan sola porque a tu lado ya llegué, siempre estaré
contigo, ya nunca más te dejaré.
Yo no supe que decir, me quedé atónita por la sorpresa y mi corazón muy aceleradamente comenzó a latir, al creer que por fín a mi vida había llegado ese amor que me tiene confundida, el que me robó mi alegría, y
que pasó de largo sin detenerse, ese amor que buscó refugio en
otros brazos y que vive feliz.
Y finalmente, cuando pude despertar de mi letargo y volver a la realidad, solo pude observar que estoy como al principio, completamente sola,
viviendo de ilusiones y de sueños, de esperanzas y de anhelos, y
que nunca, nunca nada será realidad.
Winda