Leí “El Principito” siendo muy niña. A partir de esa historia las rosas comenzaron a tener un significado especial para mí. Me gustaban y siempre ubicaba un par en mi mesa de noche. De adolescente ya las veía de manera diferente. Cuando rompía con mi chico pensaba en el dolor que causan las espinas de las rosas. De ahí en más me torné más cautelosa a la hora de la elegir compañero. Ahora, con cierto recorrido y una vida intensa me preocupa más la herida del jazmín. Es imperceptible, no daña. Pero perder jazmines me ha dejado dolida porque con él se va su incienso exquisito, ese aroma irrepetible que no exhala ni el más soberbio perfume. Hoy el jazmín es la única flor que inunda mi casa, mi cuarto, mi cama porque “ Un Jazmín “ capturó mi alma.