Hoy que es demasiado tarde,
que yo soy tu,
comprendí que el dolor
llega luego de la felicidad.
Cuando tu mano me era asequible,
nunca la tomé,
cuando tu palabra era sabiduría,
no la escuché,
cuando tus recuerdos eran tu alegría,
para mí fueron tan vanas cosas
que no las guardé en el cofre
del porvenir.
Hoy que yo soy tu,
¡cómo quisiera que mis hijos
no fueran como fuí!
que sentados junto a mi
oyeran lo que nunca atendí,
pero cómo pedir lo que no dí.
Allá, viejo, donde estés
aunque muy tarde es,
perdón sólo clamo
y con el corazón te llamo
diciendo ...
¡lo siento tanto!
que apesar de este llanto
que en mi interior voy sintiendo
pretendo ser el ejemplo
que fuste siempre, ese templo
de sabiduría que aprendiste
y que en nosotros difundiste,
espero PA´ acepte mi disculpa
pues se que tuve la culpa.
Ahora que sólo estás en el recuerdo
y en una que otra fotografía,
quisiera que esta terquedad mía
no la hereden mis muchachos,
que si han de ir borrachos
sea de felicidad,
como quisiera ser como tu
pero que ellos aprovechen
mi estadía en este mundo.