Eludo remembranzas que evocan
la evidencia de tu lejanía.
Izaste vuelo en un levante
fortuito y sigiloso cual ave peregrina
hacia el cenit sin retorno.
Una sarta de crepúsculos marchitos
y el lucero matutino, abrían fisura
a los grises colores de la aurora
y entre el surco de las huellas
sólo quedó el silencio.
Una quietud rompió la dicotomía
de los anhelos de ayer
dejando al descubierto
la fragilidad de un despertar
que dejó inconclusos
muchos amaneceres.
La esperanza y la nostalgia
sueñan aferradas con fortaleza
a los cimientos de allende
con ávidos deseos de un reencuentro,
tempranero o tardío,
en la sublime peana
de tu cálido regazo.