Beatriz Blanca

MI OTOÑO

Los frìos prematuros y las rachas crueles

dejaron un tibio adiòs de inefables congojas

Tuvieron los sonidos crujidos de papeles

con la caida trèmula de las marchitas hojas


Y fueron los crepùsculos tristes horas pensativas,

que despojaron a los dìas de sus mejores galas;

y hacia el confìn incierto volaron fugitivas

para guardar su forma sin mùsica ni alas.


Bajo el fùnebre imperio de las horas inciertas

la pena aletargàbase de silencio y de calma;

detùvose mi bote sobre las aguas muertas

y armonizò la escena con mi triste alma.


Atràs de mì, avanzaban, con invisible paso,

ambiguos celajes de matices ya viejos;

comunicaban un nuevo barniz al ocaso

que proyectaba tenue resplandor a lo lejos.


Al detectar las sombras, callada y taciturna;

fraguò visiones vagas el pensamiento.

Estaba ya, en medio de la cuenca nocturna

cuando vislumbrè pàlida mi envejecimiento.