alcides rojas

Una mañana

Las esferas de fuego que abriga en sus cuencas

me encontraron de pie

me coloqué en su frente

tenía cara de vidrio y manos trémulas

 

Aparte

el resto de los sentidos aún duerme

en el abisal saco del sopor

Soy un pensamiento

avanzo hacia los restos del día

tropiezo con el hambre de mi padre

y sus horas ásperas

 

Trato de emanciparme

pero no puedo salir de este dédalo desquiciante

 

Al redibujarse el alba el lastre no será distinto

Esta mañana es como cualquier otra

pero yo no la percibo igual

Fría

la ansiedad se suspende

el día pasa de largo y la noche llega

como por inercia

como por un accidente

que separa y une los párpados

 

Sus manos corren la cortina y miran la luna

ahora puedo mirar a través suyo

en las mañanas que simbolizan

mi resurrección