nelida anderson parini

DIVINO CONSUELO.

Con  manos adosadas

al cirio de los rezos

dobladas de tropiezos

rodillas enclavadas;

las palabras rodadas

surcan el pensamiento

mientras el sentimiento

se aflige desgastado;

en rostro gobernado

por el abatimiento.

 

La mueca de tristeza

enluta la mirada

y de angustia cegada

se inclina la cabeza;

cual signo de flaqueza

que aqueja al corazón

y ahoga en desazón

la faz que contrariada,

ausculta ensimismada

una urgente razón.

 

Con voz entrecortada

escapan las plegarias

cual súplicas sumarias

de mente acongojada;

que clama esperanzada

en busca de respuesta

con la mirada puesta

en un mejor mañana,

donde la pena insana

no alcance a ser funesta.

 

Hincadas la rodillas

en suelo pantanoso

el corazón ansioso

musita pesadillas;

las húmedas mejillas

refulgen sonrojadas

por lágrimas rodadas

que brotan de una pena,

en las que el alma drena

angustias desbordadas.

 

En horas de tormento

y amarga turbación

urgida la oración

rasguña el firmamento;

purgando el desaliento

de densas emociones

y clama en oraciones

auxilio y compasión,

 de contrita  expresión

se llenan las facciones.

 

El pecho  desgarrado

procura hallar valor

inmerso en un dolor

que admite subyugado;

habiendo colapsado

sangrante corazón

exhibe con razón

un sentimiento abierto

y en franco desconcierto

palpita  en desazón. 

 

Tendido en la desgracia

el latir penitente

exclama al Omnisciente

la paz que le congracia;

en la oración que sacia

del ser toda su pena

la plegaria resuena

sentida en toda el alma

y en la añorada calma

toda inquietud se drena.

 

En el íntimo umbral

del espíritu humano

el cruel dolor mundano

resuena gutural…

Tendido atemporal

el abrazo divino

suaviza del camino

la senda pedregosa

y a la esquina filosa

la despoja de espino.

 

El cálido consuelo

en momento anhelado

sublima sosegado

el corazón del suelo;

abierto luce el cielo

fulgente en esperanza

renace la confianza

en pensamiento nuevo,

de paz ofrece abrevo

en renovada alianza.

 

Unge el poder divino

al espíritu humano

tomado de su mano

aparta al desatino;

del dolor le previno

con amor y cuidado

mas el hombre obstinado

se aferra a necedad

y en su temeridad

padece amenazado.

 

Surge el gentil consuelo

fulgente de esperanza

como aire de bonanza

procedente del cielo

y refrescando el duelo

da alivio a la aflicción,

repara postración

disipando dolores,

expulsa los temores

e inflama la emoción.

 

Los dedos florecidos

rodillas vigorosas

palabras venturosas

en labios bendecidos;

clamando agradecidos

cánticos de victoria

exaltan toda gloria

del cielo recibida,

por gracia concedida

la voz vibra notoria.