Me pidió la mano
para recorrer el camino
y como dos peregrinos,
caminar ufanos.
Pero todo fue vano
¡Qué tristeza!
con tanta entereza,
hubo un gran olvido
pues para andar el camino
siempre se comienza.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela