(Solo para mayores de 60 años)
Hoy como ayer, desde hace tiempo,
hoy como ayer, nos arrastra,
el instinto y nos envuelve
en su alas rojas de placer.
Mis dedos moldeados a su cuerpo,
cuerpo desnudo que se estremece.
De tanto acariciarla lo tengo en mi memoria,
de tanto tenerla, grabé sus gemidos,
cuando me devora en cada bocanada.
En esta escaramuza de placer infinito
vamos dibujando figuras abstractas,
figuras que solo ella y yo entendemos.
Aunque peque de vulgar les cuento,
que al hacer el amor somos dos bestias.
Al penetrarla con mis dedos diestros,
volamos al cielo en nubes de placer;
abre y cierra las piernas y avanzamos
y en esta postura nos arrastramos
recorriendo la alcoba de esquina a esquina
que chilla y se mece, ya está vieja,
muy carcomida y débil tiene el alma.
Me aprieta entre sus brazos, gime, delira.
Al llegar al último escalón de nuestro gozo
nos quedamos exhaustos, sin aliento,
ella muerta de gozo, yo acalambrado.
La alcoba plana y frágil es testigo
de nuestros encuentros amorosos
que a diario ella y yo protagonizamos
con la excelsa pasión de dos amantes.
Ha pasado el tiempo, estamos viejos
que hasta olvidé su nombre y también el mío,
no sé de dónde vengo, ni a donde voy;
Aunque parezca falso a todas luces
no puedo recordar nada, de nada;
sólo que se parece tanto, tanto
a mi anterior amante que está muerta,
hasta parecen cortadas con la misma tijera.
¡TIJERAAA…! Si, es ella,su nombre es ¡TIJERA!
mi amor, mi compañera y yo soy el viejo sastre de la esquina.
Eugenio