Te imaginé primero y el cielo se nubló
sobrenadando fuiste sobre la lluvia fina,
tu imagen tan divina mis ojos me cegó
y tu estampa negó aquella luz divina.
Ya de la imagen bella sólo veo el perfil,
se evaporó en el aire sutil entre la brisa
nublando el cielo aquel cargadito de añil,
tan grácil, tan gentil y tu ibas tan deprisa.
Y en esta ofuscación pensé dudar de mi,
pues mi imaginación no era tan precisa,
los párpados cerré para palparte a ti
y una tul indecisa en cambio descubrí,
ni el cielo percibí ni advertí tus caricias
y dudo en realidad de aquello que sentí.