Guilbert

Carta a mi madre

 

Tan sólo por placer no me concibas,

tampoco para fines egoístas

prepárate consciente de que «soy»

aún antes de latir en tus entrañas.

 

Para que yo me integre felizmente

allá en el claustro de tu bendito vientre

te pido por favor madre adorada

que al concebirme... estés enamorada.

 

Lléname de tu amor y sé consciente

que soy un ser humano que no es tuyo

haz que me sienta libre como el viento

si me das con tu amor, también respeto.

 

Si me respetas madre, está segura

que nunca sufrirás en la amargura

pues he de amar a todas las criaturas,

respetando el derecho de sus vidas.

 

No permitas jamás que sea tu amo

ni tampoco tu esclavo, lo suplico

hazme fuerte, no mimes mis caprichos

que tu bendito amor no me haga daño.

 

No permitas pereza en mi conducta

no me sobreprotejas, te lo imploro

no me eduques con premios y castigos

enséñame a pensar, a ser yo mismo.

 

Haz que mi mente vuele al infinito

y que mis pies se afirmen en el suelo

para que aprenda a amar a lo divino

y para hacer conciencia a este mundo.

 

Enséñame a luchar por mis anhelos

que aprenda que en la vida todo cuesta

inculcándome amor por mis trabajos

como una bendición, nunca una pena.

 

Enséñame a vivir aquí y ahora

jamás en los ayeres o mañanas

hazme aprender a dar sin esperanza

para entregar mi amor sin desconfianza.

 

Respétate, sé digna y responsable

no dependas de nada ni de nadie

sé valiente, no temas a la vida

para que seas la luz de mi existencia.

Felipe Magaña