¡A Él!
Al que hizo el Universo de la nada,
apareciendo los cielos a la voluntad de su palabra,
usando sólo fe... ¡A Él!
Al que hizo la Tierra y, en ella,
puso un paraíso para el hombre;
dándole la potestad de dominarla,
bien o mal... ¡Cómo quisiera!
Al que hizo los mares, que albergan
una vida distinta, que aún sin aire
Él hizo que existiera;
con un fondo tan profundo,
donde el hombre, que ha llegado a la luna,
¡Aún no llega!
Al que hizo este día que despierta
en alborozo de pájaros y bella
vegetación exuberante, siempre nueva,
y con niños que juegan...
con hombres que luchan...
y mujeres que esperan.
A Él, que soportó la rebelión de sus estrellas,
del ángel a quien diera la mayor comisión:
ser quien dirigiera su loor,
y, aceptando el desafío que le hiciera,
¡demostrarle su error
en el monte de La Calavera!
A Él, que los pecados perdonó
a todo el que lo quiera,
clavando en la madera de la cruz:
hasta la más vil afrenta.
A Él, que es la luz, la Vida,
lo que Es, lo que Será ¡o lo que fuera!
A Él, que es la Verdad que nunca cambia,
porque es verdad eterna;
al único que Es
y, por su esencia de vida,
la muerte no pudiera retener,
¡Al único que puede
hacer todo lo que quiera!
¡Al Todopoderoso, al verdadero,
al amoroso y misericordioso Dios Eterno!
A Él, que es fuego... y nube...
y pan... y viento... tres veces Santo...
¡y es más fiel y tierno de todos los amantes!
A quien le debo tanto
y a quien lo entrego todo,
porque todo me dio de lo que tengo:
mi vida, mis dones, mis cosas
y una gran familia, que por ser suya,
es la más hermosa.
A Él le canto en este día que comienza
y le doy gracias porque permitió que lo viera
... y con salud estoy, en su amor
¡y a su espera!,
pues Él bien sabe, que cuando quiera,
¡puede llevarme a donde sea!
Mas por ahora y en este día,
voy a alegrarme y a disfrutar de su regalo,
como Él dijera que así se hiciera...
y en Jesús decir amén,
gritándolo de tal manera,
en un intento de estremecer la tierra
¡y que en el cielo se oyera!