Y TE AME hasta las 6 de la tarde
Doblamos la esquina, me miraba y me sonreía, sus pupilas brillaban enamoradas y tomaba mi mano entre las suyas y la besaba, sentía sus labios templados y húmedos rozar el dorso de mi mano. El auto se dirigía silencioso, solo repetía el eco de sus amorosos ósculos, y la vibración del trémulo cuerpo embriagado de tiernas caricias.
Nos bajamos del automóvil, era una tarde plomiza y gris de diciembre, eramos los dos solamente, tal pareciera que hubiéramos emigrado a otro planeta, solo existíamos el uno para el otro. Eramos un matrimonio de compañía y calor, de dulces palabras y dedos entrelazados, desfilando hacia la colcha estampada y las sabanas blancas.
Te cargue maltrechamente al través de la puerta, no me gusta musitabas, te pudiera caer la maldición gitana, mientras de cualquier modo entre mis brazos galopabas, entre pasos desacompasados te descargue, sin que dejaras de mirarme a los ojos, dejando fuera otrora recuerdos y sueños y maleficios, abrazando nuevos sueños, nuevos brazos, nuevos labios.
Jugamos, reímos empezamos por ahuyentar a los fantasmas, no queríamos oír mas que nuestros mutuos latidos, nuestra respiración que era una, mi rostro frente a tu rostro, mi nariz rosando tu nariz como un solo conducto que pareciera romperse si nos alejábamos tan solo un milímetro y en ese momento morir por falta de oxígeno. Temblaban nuestros cuerpos, ansiosos del beso, pero a la vez colmados de placer por ese momento de tensión que no podíamos interrumpir so pena de morir de asfixia.
Quisiste que te vendara los ojos, y asi empezamos el juego de mas caricias y besos ya no tiernos, la noche empezaba a abrasarnos, quedaba atrás una tarde de cine, de conciencia de ficción, de tarde de cumpleaños. Temblabas por lo inesperado de la esperada caricia y por lo esperado de la inesperada caricia, por el beso nocturno que ahora te recorría de pies a cabeza y te descubría en sensaciones totalmente nuevas. Nos amamos 4 o cinco veces, alguna de ellas te mecías en el aire, siempre oculta en el eclipse de tus ojos, sin ver, solo sentías. Finalmente la noche se dio por vencida por los rituales del amor sin límite de tiempo.
Despacio la mañana nos desperezaba y nos despertaba de nuestro lazo, y volvíamos lentamente a ser dos, bañados todavía de tibia poesía y versos recién salidos de las entrañas testigos de que habíamos llegado a nuestros múltiples destinos. Despertaba tu niña interna, sonriente, recordando los cuentos contados antes de dormir, fueron tres lo recuerdo, y tu niña también los recordaba; yo me esforzaba también por recordarlos completos sin mucho éxito – el gallo perigallo, el ganzo pambazo, - ni modo, tendré que velar otra noche anhelante de oírlos de nuevo para memorizarlos.
Nos bañamos, nos vestimos, nos amamos, por cuarta o quinta vez, no importa, fue la última antes de salir de nuevo para caminar de la mano, almorzamos en algún restaurante, cual? No importa, pasamos el día junto festejando el estar juntos. Yo te regalaba el paisaje de una mañana antes meridiano que no era mía, te regalaba un verso de una tarde pasado meridiano que alguien sin querer nos había regalado, y dialogaba así el verso y el paisaje, mientras yo tus ojos enamorados admiraba.
Çomimos, postreamos, paseamos y descubrimos como se va acostando el día, mientras nuestros labios de nuevo se acercaban para el último beso, doloroso de despedida, eran las seis de la tarde y yo te amaba, y tu me amabas, pero teníamos que separarnos, y yo te amo y espero que tu me ames como yo lo hago….por siempre.
Eran las 6 de la tarde y yo te amaba
Jordi