Procazmente me auto convoco
al estudio inexacto de las palabras.
Siervo discreto de mi verso,
poeta cautivo de la tempestad.
Surgido de la antitesis
que emerge del antropocentrismo.
Revelo una constante punga
ante la vulgaridad de “ser o no ser”.
Junto al resplandor
que subyace en la plenitud mental.
Quiebro el papel,
y me evoco a lo que simulo no explicar.
¡Mujer! ¡No socaves mi pecho
hasta encontrarme definitivamente!
No soy mas que una estaca de carne
vestida de misantropía.