Te quiero ahora como
nunca había querido,
Me enseñaste a querer
como quiere la mujer
sin pensar en el después
sino en el instante saber
que la piel se agiganta
en la suavidad de las caricias
en los besos temperados
y las manos muy a prisa.
La entrega sin cortapisas
y los besos alocados
sintiendo el rumor de la brisa
desde el cuello hasta la ilusión
de sentir tu calor.
Con el pecho atolondrado
tu corazón agitado
golpeando desesperado,
haciendo de tus senos
dos tambores encantados.
Tu espalda contra la arena
la luna pintando tu cara
de brillantez temperada,
la respiración agitada
al sentir tu cuerpo presionado.
La flor se ha inundado
con las queridas caricias
llegando a las delicias
del amor inventado
por dos seres entregados.