¡Qué desastre!
dijo a su aprendiz
muy enojado el sastre,
cuando intentaba coser
el botón de adelante
del traje de un comandante.
¡Qué desastre!
dijo muy nervioso el sastre
a su joven aprendiz,
cuando éste con la aguja
se pinchaba la nariz.
¡Qué desastre! gritó encolerizado el sastre
a su inexperto aprendiz.
¡Trabaja tranquilamente
y serás un hombre feliz!
¡Qué desastre!
gritó con furia el sastre
a su nuevo empleado.
¡Debes bordar con cuidado
el saco del magistrado!
¡Qué desastre!
se lamentó con tristeza el sastre.
¡Mi inseguro ayudante es
un verdadero inoperante!
¡Qué desastre!
se lamentó con dolor el sastre.
¡Los muchachos de ahora
no trabajan como antes!
¡Qué desastre!
le comentó el sastre
muy desesperado
a su holgazán empleado.
¡Contigo pasaré papelones,
si no arreglas correctamente
esos pantalones!
¡Qué desastre!
dijo a su aprendiz
muy enojado el sastre.
¡En la costura eres un principiante!
¡Confecciona en un instante
un par de guantes para el comerciante!
¡Qué desastre!