Quiero ver las rocas
con espuma blanca,
y sus remolinos
de tus cataratas.
Llévame contigo
a oscuras blandas,
que están en tu pecho
divinas montañas;
no me digas si,
no me digas nada,
vamos los dos juntos,
alguien que se pasa
sobre tus linderos,
y por tus campanas;
no me digas si,
no me digas nada,
dame de tu boca,
el beso que falta.
Llévame hacia el mar
para ver las barcas,
para ver las olas,
como ellas cabalgan
y bajar al fondo,
y estar con las algas
y con grises peces,
de cabeza ancha;
no me digas sí,
no me digas nada
pero quiero ir,
hablar co las hadas
que me den los besos,
que ellas me regalan;
no me digas sí,
no me digas nada
yo me quiero ir,
donde está mi amada,
la que me da besos
y me da su alma,
sangre de sus venas,
esa es mi calandrira;
no me digas sí,
ni digas nada,
solo quiero ir
izar tu mesana,
que está en tu bodega
entre telarañas.
Súbeme a cubierta
en tu blanda espalda,
sobre tus cabellos
y entre tu garganta,
cerca de tus labios;
mi boca y mi espada,
se quieren fundir
sobre tus murallas,
ni me dices sí,
no me dices nada.