El sol me abrazaba como la madre abraza a su hijo,
Mientras yo caminaba por el sendero de la vida.
Estaba tan atento, en caso de que el viento me contase un secreto,
Que nunca noté que una oveja, la más blanca de todas, me seguía.
Siempre caminaba junto a mí, fiel como ninguna.
Entonces decidí voltear a verla ¿Siempre había sido tan pura?
Estuve a punto de tomarla entre mis brazos, y decidí quererla
Pero había algo en el camino que me obligó a desatenderla.
Pude ver una flor misteriosa que parecía llamarme a susurros.
Me acerqué lentamente sin sentir temor alguno,
Y olvidando a la fiel oveja, el amor me invadió frente a esa flor bella.
La ame prácticamente desde el instante en que la vi,
Ya fuera por sus hermosos pétalos o por las espinas que no la lograban herirla a ella.
Y así junto al misterio encarnado permanecí agachado,
Pasó mucho tiempo cuando reaccione y vislumbre a la oveja, aún a mi lado.
Me ponía tanta atención a mí, como yo se la ponía a mi amada,
Y entonces percibí que yo ignoraba a la oveja como a mí me ignoraba la planta.
¿Qué hacer en este caso? Pregunto una y otra vez yo
Estoy seguro de a quién quiero, pero quererla es un error.
También estoy seguro de quién me quiere, pero no me inspira tanto amor.
¿Qué hace un guerrero cuando tiene que defender más de una nación?