La quemadura del recuerdo arde bajo el sol y duele en invierno. En verano se incendió, y con el frío de julio punza hasta las lágrimas. Ayer, con un dolor estridente consulté a mi médico, me conoce en cuerpo y alma. Fue puntual: “Mientras pases a diario por su pórtico no mejorarás. ¿No has entendido que esa calle está vedada a tus intentos?\"