Ahí estabas, siempre tan hermosa,
mis sueños con tus labios dibujabas,
yo imaginaba que con ánsia me amabas
aunque fueras conmigo tan odiosa.
Pero la vida es aún más maravillosa,
saber que llegué cuando te mojabas
a ser el empapado mientras te abrigabas
con mi chaqueta esa tarde lluviosa.
El frío siguiente murió con tu sonrisa,
tu casa y corazón se abrieron,
tus palabras eran cánticos celestes.
Es sabido que el amor no avisa
aunque esperanzas siempre hubieron
de poder estar donde tu estes.
Para que seas como la princesa
que va de la mano de su poeta
inspirandole dulce y grata meta
de un fin rosáceo cuando besa.
Ahora son más las cosas en mi cabeza
como cuando me deleitaba con tu silueta
buscando cualquier clase de treta
si cayeras de mis brazos presa.
Quién diria que el preso yo soy,
quien no desea salir de tu prisión
si al fin del tiempo está conmigo.
Por eso cultivo de felicidad mi hoy
disfrutando cada instante ésta relación
que me ha quitado la soledad con su abrigo.