Regreso a casa
cargando mis cosas
las obras, que no entregué
y esos malditos estudios
que me llevan mal.
-Que le queda poco-
¿cuanto?
-no sabría decirle
pero ponga en orden sus cosas-
¿usted cree, que si me..., opero?
-sería un milagro-.
Por la ventanilla
veo como llueve sobre el paisaje
respiro profundamente, cerrando los ojos
abrazo el bolso
y suavemente, pronuncio tu nombre.