Yo he visto los tornados de palabras
en tu aire desolado y gélido;
he visto la antimateria divagar
por esa ausencia que te caracteriza.
Me he sentido atraído por esa música
tan tuya que martiriza mis sentidos,
más aún, al rededor del vórtice
lucífugo de tu baile,
desfallezco cuando dibujas a la Luna
con movimientos circulares de tu cadera
serpentina;
bebo cada sorbo de tu luz plateada
que se interna sobre los mares rojos;
y sabiendo, que me torturas con tu voluptuosidad,
me interno en el centro
de tus piernas celestes
para ser abrasado
entre millones de estrellas.
Ahora que, conozco las líneas dimensionales de tu plano Astral,
¡Os pido matrimonio, Agujero Negro!
entre las marmoreas torres de Orion.