Para sus ojos, el café de este cuarto solo.
De este cuarto que se hace caballo
cabalgando a una cama llena.
Llena de nosotros, en pasado
de conocernos en un mismo lado.
Sin el disparate de la palabra
que se balancea como hamaca
para ser el nombre del silencio
en la caja hérmetica de tu pecho.
Quisiera contarte del solo de guitarra
de los zapatos de tres centímetros
de mi mamá durmiendo en la sala
contártelo todo, al fumar tu aliento
embebida en la brillantina de tu pelo.
Estirando la lengua
para que me llueva el beso.
Quiero hablar con el sol en tus ojos
con el sorbo del tiempo
adormecido en mi falda,
hacerte el amor como se hacen los viejos
jurando que estarás aquí
para siempre, mañana.
Quiero hacerte un jugo
un almuerzo
quemar sin reparos
la culinaria latitud
de mi ignorancia.
Darte el vino, el pan
adóptame en tu casa
hagamos de este lapso, hogar
de este destiempo, estancia.
Pero, sucede, qué nos pasa,
amanecemos con los gallos
junto a los perros de guardia
desvelados con la promesa
de estar juntos en una cama.
Ahora no se puede
tengamos fe, mi amada
los frutos no son grietas
solo lo es, la distancia.
Que se calle la soledad
que sea el verbo, tu palabra
la lágrima no es aurora
ni el dolor, una metáfora
vivamos en esta prórroga
hasta que sea el fin
el medio que adoptamos
para hacer de este paso
el camino
y vivirnos sin ser testigos
de todo lo que nos pasa
Comos dos combatientes
que juegan a tener en la batalla
la libertad absoluta del amor.