Sara (Bar literario)

De la distancia y su lado quimérico

Para sus ojos, el café de este cuarto solo.

De este cuarto que se hace caballo

cabalgando a una cama llena.

Llena de nosotros, en pasado

de conocernos en un mismo lado.

 

Sin el disparate de la palabra

que se balancea como hamaca

para ser el nombre del silencio

en la caja hérmetica de tu pecho.

 

 

Quisiera contarte del solo de guitarra

de los zapatos de tres centímetros

de mi mamá durmiendo en la sala

contártelo todo, al fumar tu aliento

embebida en la brillantina de tu pelo.

Estirando la lengua

para que me llueva el beso.

 

 

Quiero hablar con el sol en tus ojos

con el sorbo del tiempo 

adormecido en mi falda,

hacerte el amor como se hacen los viejos

jurando que estarás aquí

para siempre, mañana.

 

Quiero hacerte un jugo

un almuerzo

quemar sin reparos

la culinaria latitud

de mi ignorancia.

Darte el vino, el pan

adóptame en tu casa

hagamos de este lapso, hogar

de este destiempo, estancia.

 

Pero, sucede, qué nos pasa,

amanecemos con los gallos

junto a los perros de guardia

desvelados con la promesa

de estar juntos en una cama.

 

Ahora no se puede

tengamos fe, mi amada

los frutos no son grietas

solo lo es, la distancia.

 

Que se calle la soledad 

que sea el verbo, tu palabra

la lágrima no es aurora

ni el dolor, una metáfora

vivamos en esta prórroga

hasta que sea el fin

el medio que adoptamos

para hacer de este paso

el camino

y vivirnos sin ser testigos

de todo lo que nos pasa

 

Comos dos combatientes

que juegan a tener en la batalla

la libertad absoluta del amor.