Me acerqué sigiloso hasta tu lecho,
recorriendo tu cuerpo, paso a paso,
quemándote en el fuego de mi abrazo,
desplegando oriflamas en tu pecho.
La fiebre de mis labios al acecho,
descendió beso a beso, a tu regazo;
galopó en tus praderas mi Pegaso,
y cruzaron mis naves por tu Estrecho.
Nuestra piel supo arder tras un espasmo,
brilló más fuerte el sol, sin previo aviso;
y entre sudor, gemidos y entusiasmo,
florecieron estrellas de improviso...
Nuestro Amor hizo cumbre en un orgasmo,
que traspuso el dintel del Paraíso....