El teatro de Filipo y Soberón
La oscuridad ocupa el escenario, en la tarima aparece, del lado derecho, el anciano Filipo mirando al techo; lo iluminan los reflectores.
Filipo:
¡Del amor, sólo un recuerdo y mil historias que yo inventé! Si me siento en la orilla del tiempo, no podré mirar atrás sin haber perdido lo que tanto amé. Esta es mi despedida.
Aparece el anciano Soberón en el lado izquierdo del escenario, la luz sobre los dos.
Soberón:
Quién te amó, te recordará por tus azañas, y verás la gloria vestirse con hilos dorados por los tiempos en que fuimos honrados. pero hay de aquellos...
Filipo lo interrumpe, con una rabieta.
Filipo:
¡No hay gloria en el hurto, viejo oportunista! Esta es mi despedida y en ella no cabe la gloria compartida; menos con un holgazan como usted.
Soberón se acerca a Filipo y lo abofetea con un guante blanco.
Soberón:
Ingrato, ¿y quién creé que lo va a sepultar cuando se le extinga la vida?
Filipo se avergüenza y agacha la cabeza.
Soberón:
Descuide, viejo cagón. Ande, camine que aún debemos probarle la caja y cambiarle el pañal.
Se apagan las luces.
Jorge