Hace muchos años te miré en un otoño inesperado, entre hojas caídas y libros descubiertos.
Aparecíste como un hada y como una redentora.
Una especie de ensueño envolvió el aire y sin darme cuenta aprendí todas las cosas. (A pesar de tu primera duda, de tu primera vacilación y del primer desencuentro).
Después, fascinado por soles y planetas, te elegí y te incorporé a mi mundo para siempre.
Sin embargo, te fuiste.