Hoy hace frío. De la fuente en la plaza el agua se ha secado
Su caño silencioso, antaño bullicioso, ahora quieto, dormido,
suspira dolorido, pidiendo va perdón por cuanto ha sucedido,
en su triste penar sin lágrimas está por tanto que ha llorado.
Los sauces, los abetos, las acacias e incluso los magnolios,
los brazos alzarán clamando al cielo. Es tanto el desconsuelo,
tanta la rabia, la ira, el furor y los lamentos que hasta el suelo
tiritando las hojas cayendo van sufriendo por tamaño expolio.
Un tren repleto avanza esparciendo la sangre en su camino.
Sollozos. Discípulos, dicen, son de Alá de origen clandestino
que, intolerantes, al albur blandiendo el tajo van de cimitarras.
Los silbidos de la muerte escondiéndose están entre la niebla,
de su alma fanática, la cólera blasfema cegando sus tinieblas,
triste final para unos seres inocentes que al corazón desgarra.