Estando el solar a oscuras
prendieron una fogata
la atmósfera antes ingrata
empezó sudar corduras
y entrecortando negruras
ardía la leña verde;
no sé si de eso se acuerde
pero a mí no se me olvida
en la fogata encendida
crujía la leña verde.
El perro de la Susana
olía entre los pilones
y entre saltos y estirones
hacía una caravana.
El croar de alguna rana
lo guiaba al matorral,
mas al no tener aval
de su dueña Susanita
levantando su colita
aullaba como chacal.
La inquietud del animal
a todos puso nerviosos
e inquietos y recelosos
creímos sentir al mal;
no era el ambiente normal
en aquel preciso instante
y el aullido espeluznante
insistente proseguía,
lo que cuerpo percibía
de lo más amenazante.
La leña que alzaba en llama
crepitaba intermitente
ayudando a nuestra mente
a poner tensión al drama;
el meneo de la flama
nos jugaba una trastada
y a la sombra inanimada
en espectro convertía,
mientras la leña crujía
en la ardiente llamarada.
Entre las sombras deformes
y la luz tenue y escasa
la tensión haciendo guasa
gestaba horrores enormes;
los objetos que conformes
daban aspecto siniestro
plagaban al ojo nuestro
de legendarias visiones,
que entre extrañas percepciones
en la mente hallaban estro.
Así la imaginación
se sumaba al panorama
trayendo hasta nuestro drama
mayor mortificación;
sin ninguna precaución
el miedo su manto echaba
y en las sombras asechaba
los temores exaltando,
en tanto que el perro aullando
a mil horrores llamaba.
La noche bastante oscura
completaba aquella escena
plantando su luna llena
en medio de la negrura;
tan blanca cual sepultura
platinaba el matorral
dándole aspecto espectral
a matones disparejos,
para dejarnos perplejos
mirando fijo el charral.
De pronto se oyó a lo lejos
el arrastre de cadenas
como que halasen las penas
por los suelos disparejos.
Alguien dijo: \"Es el Cadejos\"
¡Ave María Purísima!
La tensión era tantísima
que describirla no puedo,
clamamos muertos de miedo
por la protección Altísima.
En instante cual abejas
en enjambre desbandado
el terror ya desatado
nos zumbaba en las orejas;
invocaciones y quejas
no se hicieron esperar
e impedían escuchar
en medio de tanto ruido,
el sonido que el oído
se empeñaba en capturar.
Y las manos se agitaban
entre gritos y jalones
no faltaron empujones
que a los lentos apuraban.
Desde lejos se escuchaban
una especie de lamentos
entrecortados alientos
avanzaban por el monte,
poblando nuestro horizonte
de incertidumbre y tormentos.
Con la mirada en alerta
músculo fuerte y tensado
el grupo muy asustado
sobreponerse no acierta.
La Susana boquiabierta
temblando cual gelatina
hacia la cerca camina
con pausada indecisión,
pisando con precisión
la grava ruidosa y fina.
En tanto entre los matones
ruidosa la hierba crujía
y así más fuerte corría
el temor en pulsaciones.
Perturbados corazones
vivían aquel momento
pendientes del movimiento
y con el alma en un hilo,
llamándoles a sigilo
temible acontecimiento.
Meciendo nuestros temores
las hojas se reclinaban
sobre ramas que danzaban
con zarandeos mayores.
Espíritus voladores
resoplaban fuertes vientos
y tornándose violentos
hojas y ramas tumbaron,
hasta rocas levantaron
haciendo sus aspavientos.
Continurá...
Los invito a sacar un momentito para ver el video, una muestra del floklore costarricense, espero lo disfruten ...