Huyo de mis angustias y mis males,
El fantasma del tiempo me persigue
Y me arrincona en sucios arrabales
Aunque vencerme, nunca lo consigue.
Inclino la cabeza en la almohada
Y empiezo a digerir mis pensamientos,
Sobre la escarcha de la madrugada,
Apaciguando todos mis lamentos.
Percibo con el vaivén de mi aliento
Y en la morbosidad de los suspiros
La fuerza que me inspira sentimiento
Cuando te abrazo entre verdes capiros…
Cierro los ojos para concentrarme,
Sobre tu falda pongo mi cabeza,
Tú te acomodas para recostarme
Y poder disfrutar de tu belleza…
Encuentro la agresividad del tiempo
Que transcurre implacable sin retrasos,
Porque me impone el mayor contratiempo
Al tener que alejarme de tus brazos.
Y allí está el tiempo que no se detiene
Que se diluye cuando estoy contigo,
Quisiera saber cómo se entretiene
Y detenerlo como a un gran amigo.
Busco tantos pretextos como tonto,
Queriendo postergar este final,
La mano amiga que libere pronto
Los tentáculos del tiempo fatal,
Extiendo los brazos sobre tu falda
En un abrazo dulce, enternecido,
Mientras corre algo frío por mi espalda,
El sudor de la angustia consabido.
Ruego a los vientos para que me ayuden,
Que me liberen de este contratiempo,
Imploro a las deidades que me apoyen,
Pero siempre soy… Prisionero del tiempo.
José Bernardo Romero Núñez
BERNA