Se va la vida, callada, como los astros, al despuntar el día,
a lo lejos, la mirada no encuentra, todo está perdido
y se va con ella los sueños,los disfraces y se va el olvido;
prendida las desesperanzas cual triste flor todavía…
Se va la savia con sus gotas de rocío en la melancolía
Y a La tierra, porque somos un torso de leña dirigido.
Se va el vigor degradado en un capitulo aprendido.
Somos carnazas para esta realidad con billete de ida.
Se van los pechos, las caderas, el esperma, la lira;
La lira de las noches bajo un satélite compartido…
Nos vamos, se va el momento; todo ha concluido.
Un deber, un derecho; una injusticia que nos respira.
Antonia Ceada Acevedo
Un día de mi vida.