ARCÁNGEL

ASTUTA Y DIVERTIDA...

 

 

 

--¡Me debes una fábula! --dijo ella, me tomó del cabello y no me soltó hasta que me vio despeinado--. No te peines así, pareces un viejo cuadrado y amargado.

 

--¡Eso no es cierto, lo haces para que no le guste a nadie más! Sí mi peinado no es bueno, ¿cómo fue que te fijaste en mí?

 

Placidamente se sentó sobre mí, mientras yo permanecía tirado en la acera.

 

--Porque sabía que en algún momento iba a poder hacer algo por este triste cabello; ya debes recortarlo un poco y dejar el gel para otra vida.

 

Besos y arrumacos.

 

--¿Acaso me quieres cambiar?

 

--Nunca cariño, sólo quiero hacerte desatinar en protesta por mi fábula no escrita --dijo y después me mordió la oreja.

 

--¡Está bien, está bien! Entonces qué te parece si vamos por un café y de paso te cuento tu fábula...

 

--¿La inventarás en este momento?, ¿se puede hacer eso?, porque no quiero una mala improvisación...

 

--Descuida, tengo práctica en esto. Y, adivina cuál será el personaje principal.

 

El viento le acariciaba el rostro y hacía que sus ojos se cerraran al esbosar una sonrisa pícara.

 

--Un lobo, claro.

 

Le encantó mi cara de desconcierto, y más aún, se dio la vuelta al decir mi anterior seudónimo y se echó a correr. Después de una inesperada carrera y un final reñido hasta la cafetería, celebramos mi derrota con unos capuchinos de moca. Ella dijo:

 

--Estuve investigando algunas cosas de ti. 

 

Fingi no darle importancia, bebí un sorbo más de café y sonreí como si ya supiera de lo que hablaba.

 

--¿Y qué tal?

 

--No sé, me quedé con algunas preguntas --dijo y se untó los labios de espuma.

 

--¿Sabes lo que la curiosidad le hizo al gato?

 

--Nunca dije que te preguntaría --me besó la orilla de la boca, dejando su huella pintada con crema y chocolate.

 

--Eso es mejor, porque yo no te preguntaré qué fue lo que descubriste --touché.

 

--Por eso me gustas cariño, eres muy rápido, casí igual que yo. Ahora sí, ya puedes contarme mi fábula.

 

--¿Se trataba de ver si puedo hilvanar en mi cabeza una verdadera fábula, mientras me dejas pensando sobre lo que encontraste de mí?

 

Sonrisas

 

--No precisamente, pero ya que lo ves de esa forma, te pregunto: ¿Serás capaz de hacerme mi fábula?

 

--Había una vez...

 

 

 

Jorge