Quedo parada en medio del campo de trigo;
el fondo verdoso de yerba tupida,
mi cuerpo tostado color ébano.
Fijo la vista en casa del amo
que se yergue en la cercanía;
disfruto unos momentos de libertad tan soñada.
Desde el más allá me alcanza tu voz risueña
¡Oh linda negrita de cuerpo trigueño!;
el vaivén de tu cimbrada cintura
me enloquece; me estremezco
cuando acaricio tu piel sedosa.
Te aprieto contra mi pecho con las manos febriles y temblorosas
y te susurro;
y te hago el amor con intensidad,
con desesperación;
se moja mi rostro por la lágrimas,
en ese momento toco la cúspide del goce,
Merche DemBar
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