Anoche te soñé,
te soñé desnuda,
sin ambages, sin tapujos
tendida en la blanca arena
de una exuberante playa
solitaria y calurosa,
enclavada en lejanía
allá por el sur profundo
un paraíso soñado.
Llevabas tu gorra puesta,
ajustada hasta las cejas
como seña ineludible
de que te reconociera,
que supiera que ahí estabas.
Desentendida te hiciste
cuando me viste observando
de manera detenida
tu pubis tan destapado.
Al impedir con mi cuerpo
que el sol quemara tus senos
mis labios no se aguantaron,
y sellaron aquel beso
que succionó de tu ser
el mas intimo secreto
que por tiempo te has guardado.
Ramón Oviedo
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