Volví a encapsularme en el abismo de mis barreras... Sentía como lentamente mi alma se llenaba de oscuridad... Lo poco que logre sentir era consumido por las fortalezas... Ya no quedaba más amor... Era imposible vivir con ese sentimiento, ese que me hacia feliz, el que me brindaba alegría... La maldad de mi interior se sobreponía ante tal emoción... Me arrastraba la razón... Las cadenas me hacían esclava de mi más amarga decepción... Sentía como se inundaba cada centímetro de mi ser con el demonio del martirio... Era la situación que no me dejaba ser libre... Con la que causaba tanto daño... La percepción de la herida exterior no me importaba... La insensibilidad reinaba... Se aprovechaba de lo más lóbrego... No tenía escapatoria... La tristeza se escondía en mi piel... La incertidumbre me tumbaba... Que decisión tomar en medio de tanta sensibilidad... La culpabilidad me apretaba el pecho... Me ahogaba en el dolor... Mis lágrimas caían... La pena era intensa... No había vuelva atrás... El insomnio de noche era mi compañía... Siempre preferí mis barreras antes que al amor... El pequeño instante en el que sentía amor la realidad me daba un golpe bajo... La muralla que por tantos años construí me cortaba las alas al amor... Yo obedecía ante la debilidad más grande que podía existir... El amor... Como surgir ante mi alma destrozada... Marcada por las heridas... Agonizaba sin dar el más mínimo gesto... Sabía que lo podía perder todo...