Ianick Bielous Di Meglio

Amor anĂ³nimo

Ella no es exactamente buena para mi. Su gracia me atrae, pero esta ves la vi llorar y el tiempo se curvo en cámara lenta. Una lagrima se balanceaba como trapecista de circo de una pestaña que de un serrón de ojos sacudió su pesar. La note lejana, remota, apenada, dolorida, apesadumbrada, triste, acongojada, amargada, dolida, consternada, abatida, desolada y desconsolada, inconsolable, desesperada, sufriente, mortificada, atormentada, torturada y quebrantada; casi ociosa. No puede evitar preguntarle – ¿por que lloras? –. Pero antes de contestar tomo aire profundamente, seco sus ojos a medias y evito un contacto visual estable, entonces dijo – el amor no es como lo imagine en mi cabeza  sabes – .Le dije – talvez tu problema no sea el amor, si no la imaginación equívoca que no sale de tu cabeza – mientras buscaba su mirada recóndita. Pero cambio su postura deslizando sus ojos sobre los míos. Paso algo muy raro entonces. Imagine cada palabra que diría casi profesando su reacción completa. Aún no pude olvidar sus singulares palabras que decían  – me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón –. No olvido tampoco que no me dejo de atrapar con su mirar. Sus parpados perplejos me trasmitieron seguridad. Sus cejas tensas anunciando seriedad desobedecían su sonrisa agraciada.  Entonces entendí todo. Ella aún me amaba y no dejara de hacerlo. Pero, ¿Qué podía hacer?. Solo me fui mientras ella marchitaba su existencia. Enmudecí ante ella y ante mi todo lo que sentía. Yo, al igual que ella a mí, la amaba. Per no igual que ella. Desde entonces ya no se amar ni olvidar, pero si puedo callar, por eso el amor en mi es anónimo